martes, 15 de abril de 2014

Tiempo de reflexión

A lo largo de toda la semana se celebra en la mayoría de los pueblos de España, lo que hemos venido a denominar Semana de Pasión, en la cual los creyentes revivimos y recordamos hechos acaecidos hace más de dos mil años en Palestina, en los que Jesús murió, entre horribles sufrimientos, para redimirnos de nosotros mismos y de nuestro destino.

Pero simplemente, echando un vistazo al trascurrir de la historia en estos años, sin ser demasiado inteligentes y queriendo ver, nos podemos dar cuenta de que no hemos aprendido prácticamente nada o muy poco. Parece que la Historia ha sido un dejar pasar los años, uno tras otro, habiendo cogido aquellos elementos que nos dan una mínima cohesión social. El egoísmo, la envidia, la insidia, el acaparamiento, el materialismo, la crítica destructiva y otra serie de situaciones no ajenas al alma humana, campean a sus anchas en nuestra frágil sociedad, cogida por finos alfileres que parece que en cualquier momento se pueden romper y esparcir como polen al viento.
Simplemente, podemos fijarnos no ya en la sociedad en general, sino en la particular, aquella que está más cerca de nosotros, y por poco que miremos con atención, nos daremos cuenta de que aquella sociedad en la que la palabra honor era algo mágico, algo que daba hechura a las personas, y a las sociedades, se ha ido diluyendo como un azucarillo en un vaso de agua.
Y no digamos de nuestros políticos, que hacen bandera de la mentira, de la falsedad, del embuste, del interés partidista, que obliga a inclinar la balanza siempre hacia el mismo lado, imbuido de oscuros intereses y decisiones obscenas, aunque quieran ocultarlas con una pátina de sabiduría popular muy mal entendida. Para ellos, la palabra honor no tiene cabida, es una palabra inexistente. Egoísmo e interés es su pauta cotidiana.
Para todos nosotros y especialmente para ellos, se crea o no, la Semana de Pasión es el momento de reflexión máximo y mágico de todo el año. El momento de quedar y estar en paz con Dios, si uno es creyente, y consigo mismo, para aquellos que no lo son. Es el momento de reencontrarse con actuaciones pasadas y lo hecho con anterioridad. Lo contrario es lo banal, lo intrascendente, lo que pasa en un segundo de tiempo, lo efímero. En definitiva, una huida hacia adelante.

 
Foto.- Instantánea del momento en que se está procediendo al levantamiento de las traviesas de la antigua línea de ferrocarril, H.Overa-Almendricos, gracias a la desidia y dejadez de los políticos de entonces. A pesar de que el trazado se pueda utilizar en otros menesteres, en la memoria de las personas de mediana edad quedará este hecho como el gran fracaso de unos políticos partidistas y de una comarca que dejó pasar la modernidad.