lunes, 11 de agosto de 2014

La izquierda que viene

A pesar de que la época estival no es la más propicia para realizar o hacer elucubraciones de carácter político, los medios tienen que llenar un espacio con el que ofrecer determinadas informaciones a los lectores, con la finalidad de atraer su atención. Así mismo, a pesar de que los partidos políticos tienen una actividad muy ralentizada, esta no se detiene, ni en el verano, aunque sea de manera soterrada. Conformen pasan los días y semanas, tras los resultados conocidos de las elecciones europeas, se empieza a otear  cómo se puede quedar, en un futuro próximo, el horizonte para los distintos partidos políticos.

El Partido Popular sigue deshojando la margarita de la pérdida de votos que continuamente viene padeciendo desde las elecciones generales, aunque parece ser que en menor medida en los últimos meses, debido principalmente a dos razones; la aplicación de medidas de recorte debido a la crisis y que ha incidido, principalmente, en la clase media, granero de votos para este partido de la derecha española. Y las noticias sobre corrupción que ha socavado los cimientos, con razón o sin ella, de esta formación política.
Por otra parte, el Partido Socialista, el cual no para de caer en un pozo profundo donde lo único que ha conseguido es perder muchos más votos que los populares y una pérdida imprescindible de apoyo de la calle. Desde mi punto de vista, esta circunstancia se debe, principalmente, a la gran indefinición ideológica y falta de criterio que han sufrido los socialistas en los distintos ámbitos de poder que han tocado, todo ello agudizado por la determinación de determinadas federaciones en impulsar su propia autonomía política, alejado de las directrices tradicionales de la sede nacional socialista. La llegada de un nuevo Secretario General y nueva Ejecutiva podría llevar aire fresco a un partido con una militancia sin objetivos claros y sin horizonte a donde mirar.

Consecuente con la perdida de credibilidad de los partidos tradicionales, ha surgido al amparo de esta circunstancia un movimiento social, denominado Podemos, que al paso que va se come al resto de fuerzas políticas de la izquierda radical y menos radical. Ya se está planteando desde la izquierda radical (el Psoe, por ahora está casi fuera de juego), la unión de todos aquellos partidos que están a la izquierda de los socialistas. El objetivo, presentar listas a las autonómicas como una especie de Frente Popular, al estilo de aquel que se formó en los prolegómenos de la Guerra Civil (indudablemente ambas situaciones no tienen parangón posible) y al que podría unirse el Psoe  de cara a las elecciones nacionales de 2015, en el caso de que éste no obtuviese los resultados deseados en las autonómicas del año próximo. Indudablemente, y en ambos casos, si esto ocurriese el Partido Popular tendría que decirle adiós al gobierno de la Nación, el cual estaría ocupado por una serie de partidos de la izquierda radical, apoyada, muy probablemente, por el Partido Socialista, y quien sabe, con el líder de Podemos, Pablo Iglesias, de presidente de la Nación. Parece una tontería decirlo por impensable que pueda parecer. Pero, cuidado, no lo perdamos de vista. Cosas más imposibles e improbables hemos visto en este país.

Las consecuencias y riesgos de lo anterior no podrían calcularse en este momento, aunque sí habría pistas muy arriesgadas de decir, ya que, como dijo un político muy conocido en la comarca hace años, “una cosa es lo que se promete y otra, lo que se hace”.
Aunque esto es una hipótesis, ya dije hace algún tiempo que España ha tenido unas secuencias cíclicas en la gobernanza del país a lo largo de toda su historia y todos los datos inducen a pensarlo por enésima vez. Aunque estos no son de mi agrado, me gustaría muy mucho equivocarme.

 
Foto.- Multitudinaria manifestación celebrada el día 15 de marzo de 2003 contra la intervención de España en la guerra de Irak, en la Plaza de la Constitución de Huércal-Overa.