A pesar de que hace unos días
tanto Carolina como yo nos despedimos momentáneamente de este blog por motivos
estivales, la ocasión ha requerido mi presencia, aunque sea testimonial, para recordar
a un amigo que se ha ido, pero no de vacaciones sino para no volver. Se trata
de Alberto, que tras una larga y penosa enfermedad, en los brazos de Morfeo se
trasladó al mundo de los espíritus donde reina la calma y la eternidad, y allí
espera una vuelta futura.
Todo lo que decimos o pensamos de aquellos seres queridos o apreciados por cualquiera de nosotros, siempre se queda corto por querer expresar sentimientos tan íntimos en tan pocas palabras.
Todo lo que decimos o pensamos de aquellos seres queridos o apreciados por cualquiera de nosotros, siempre se queda corto por querer expresar sentimientos tan íntimos en tan pocas palabras.
Mi relación con Alberto no
fue de muchos años. Lo conocí hace relativamente poco, siendo una persona que
siempre me trató con cariño, respecto y educación (lo mismo que hacía con todos
aquellos que lo conocían) y yo también procuré dispensarle suficientes dosis de
amistad, aunque a lo mejor me quedé corto. Alberto fue un hombre apacible,
siempre enamorado de la que fue su profesión ligada a la Confederación
Hidrográfica del Sur, de la cual hablaba con un cariño
extremo. Y enamorado también del pantano de Ardales, en Málaga, donde pasaba
parte de sus vacaciones estivales en una residencia de Confederación. Cuantas
anécdotas me contaba de sus andanzas por aquellos lares siempre acompañado de
su querida Isabel. Fue un hombre
apacible, sereno, cercano, con la cabeza bien puesta y amigo de sus amigos.
No quiero terminar esta
glosa, recordando la relación que tenía Alberto con mi padre, la cual, y a
pesar de la diferencia de años mantenían una amistad tan arraigada en ambos que
perduró en el tiempo. Siempre me contaba los encuentros que mantenía con mi
padre en el Bar Castillo por las tardes, donde al calor de una buena copa de
coñac, recordaban anécdotas y vicisitudes vividas en años y tiempos difíciles.
Todos estos datos que me aportaba Alberto en nuestras conversaciones, me
permitió conocer algunos aspectos desconocidos de mi padre y el tipo de
relación que mantuvieron. La figura de mi padre fue un estrecho nexo de unión entre
Alberto y yo.
Ya pasado el luctuoso suceso
quiero dejar constancia de mi respeto, admiración y amistad por un huercalense,
que seguro dejará huella en la memoria colectiva e individual de mucha gente de
nuestro municipio.
Estoy completamente seguro
que ahora estará Alberto con mi padre en una mesa del Mesón San Pedro,
charlando de sus cosas y acontecimientos terrenales.
D.e.p. nuestro amigo Alberto.
Foto: Alberto acompañado de su esposa Isabel y de unos amigos de Almanzora, en la celebración del Año Jubilar acontecido en Caravaca de la Cruz (Murcia) , en el año 2010.
P.D. No puedo dejar de corroborar las palabras de mi padre sobre Alberto, una persona que siempre se mostró atento conmigo, que siempre tuvo una sonrisa y una palabra agradable. El aprecio y el cariño creo que siempre fue mutuo y por eso no puedo dejar de escribir en este post. Estoy segura que, como bien ha dicho mi padre, ahora estará con mi abuelo, al que siempre me refería con enorme respeto y admiración. Carolina Aznar