La comida anual que la Asociación del
Alzheimer celebró en la Plaza
de la Constitución
el pasado domingo, me hace reflexionar sobre la importancia que las
asociaciones de variado tipo tienen en la vida social del municipio, toda vez
que ellas suelen compensar la baja actividad que los entes municipales,
llámense ayuntamientos, hacen incidir en dichas asociaciones a lo largo del
año.
Por poco que lo pensemos, no
hay más remedio que reconocer que la mayoría de estas asociaciones, que tienen
algún tipo de actividad, funcionan siempre gracias a la intensa dedicación que
un grupo mínimo de socios/as hacen de modo continuo y así la asociación puede
funcionar de manera correcta o casi correcta.
A lo largo de los veinte años
en los que me dediqué al periodismo local y provincial, en sus distintas
vertientes, vi nacer y desaparecer
muchas asociaciones en Huércal-Overa. Nacían con un entusiasmo destacable y al
cabo de un tiempo, que no solía rebasar los dos o tres años, caían en un desánimo
tremendo y a renglón seguido, ya no se hablaba más de ella, hasta que desaparecía. Así
han sido muchas a lo largo del tiempo.
Al hilo del entusiasmo que
ponen algunos grupos de personas en que las asociaciones funcionen debidamente,
retrotrayéndome el inicio de este post, puedo citar algunas de ellas, con fines
totalmente distintos, como la del Alzheimer, la del Cáncer, Club de Leones, la
de Probeatificación del Cura Valera, Club de Ciclismo Almanzora, Huércal-Overa
Sin Fronteras, Overa Viva, Unicef, etc. y gracias a ellas y a otras, se nota un
pueblo en movimiento. La valía de las mismas continuará en el aprecio ciudadano
siempre que sepan despegarse del poder político y mantener siempre su
independencia con respecto a la política y los políticos.
Vaya mi felicitación a todas
aquellas personas que pertenecen a cualquier asociación, del tipo que sea, y
que a pesar de los sinsabores cotidianos, saben mantenerla sana en el
tiempo.
Foto. Reunión organizada por la Peña Motera Calenturas en la
pedanía de Overa en 2008.