A veces miro con preocupación cómo se
han ido sucediendo las cosas políticas en nuestro país, con la
llegada a la escena política de personas de ambos sexos que no
tienen ningún tipo de limitación a la hora de expresarse
públicamente. Les da igual ocho que ochenta. Dicen lo que piensan en
ese momento, lleven razón o no, y no se encomiendan ni a Dios ni al
diablo. Lo sueltan y se quedan tan a gusto.
Este fenómeno ya se viene produciendo
tanto en radio como en televisión, lo que ocurre es que en
televisión es más mediático y como dice el refrán: 'más vale una
imagen que mil palabras' , los contertulios tienen que ganarse a
pulmón las pelas que les entregan cada noche, dando y ofreciendo
espectáculo a los cientos de miles o millones de espectadores que
cada noche, como un ritual sangriento, asisten gustosos, hamburguesa
en una mano y una cerveza en la otra, a ver a quien le dan leña la
noche de marras.
Los programas nocturnos en las
distintas televisiones, tanto de derechas como se izquierdas se han
convertido en eso, en un puro espectáculo, salvo excepciones en
momentos determinados. Pero en una espectáculo de mala educación y
mal gusto, cuando los contertulios se pisan los unos a los otros,
gritando cada uno más fuerte, de manera que elevando la voz sobre el
volumen normal se suba sobre la del contrario. Qué efecto produce en
el espectador, pues el contrario al que se pretende, que en multitud
de veces ni nos enteramos de lo que están diciendo ambos. En el
fondo pienso que estas televisiones lo que pretenden no ya el
fomento de una ideología concreta, sino ganar audiencia y anuncios
que den buenos réditos a la emisora. Para ello utilizan programas de
chichinabo que lo único que hacen es alimentar un morbo de mal
gusto.
Por otra parte, también en esas noches
política nos encontramos y cada vez más, los clásicos agitadores
de pensamiento único que son personas que solo miran en una
dirección concreta, sin categoría para ver que el mundo está
compuesto de diversas maneras de contemplarlo, pero que queda muy
mono y oportuno mirar solo en una dirección. Se dedican a insultar
de manera muy apropiada y sibilinamente, sin que el de enfrente pueda
contestar de manera adecuada, aunque a veces el guante es recogido
por el contrario y se monta un espectáculo dialéctico digno de una
pelea de gallos o gallinas.
En definitiva, que en los últimos años
han llegado a los sets televisivos una serie de desaprensivos,
periodistas con el prefijo pseudo- , por delante, que han hecho de la
desinformación, la mala educación y el mal gusto su profesión,
potenciados por las propias televisiones como profetas de ideologías
de pensamiento único y radicalizados en su manera de actuar y de
pensar. Dios nos libre de ellos, aunque lo veo bastante difícil.