A pesar de que la noticia
nos pilló a 'contrapelo'', no es menos cierto que resultó
impactante a nivel nacional y mundial. Ya se veía venir y llegó. D.
Juan Carlos, nuestro Rey, dejaba paso a la juventud. Nada es eterno y
en estos tiempos de cambios revueltos, mucho más.
Los que ya tenemos unos
cuantos años (no muchos), hemos ido comprobando que D. Juan Carlos
ha sido un elemento de unión entre los españoles, de cohesión
entre sentimientos y pasiones, de factor aglutinador en las
tiranteces existentes. La labor del Rey ha sido incuestionable en la
historia reciente de nuestro país. Si no hubiese sido por él, tal
vez, no estaríamos disfrutando del régimen de libertad que
respiramos actualmente. Los desasosiegos, los extremismos, el
radicalismo, la no identificación, la huida hacia adelante...
han sido producto de los grandes partidos políticos españoles que
con tal de no dejar el poder han pactado hasta con el diablo. Hasta
que éste ha hundido sus miserias en lo más hondo del sentimiento
patrio.
Indudablemente, me supongo
que habrán sido muchas las circunstancias que han ido influyendo en esta toma de decisión de D. Juan Carlos a lo largo de los últimos
años, aunque se esperaba más pronto que tarde. Pero entre ellas,
poner frente a la Jefatura del Estado a una persona joven, más
identificada con estos tiempos y los que están por venir, y que
puede aportar una visión distinta de como es nuestra sociedad, y no
esa visión fagocitaria que tenemos los españoles y que me da la
impresión que llevamos en los genes. Y sino, estudiemos la historia
y lo comprobaremos fehacientemente. Otra de las razones ha sido la
pérdida de popularidad de la Monarquía, como resultado de acciones
internas y externas a la misma, y con los resultados de todos
conocidos. Pero no por ello, logro entender el acorralamiento que han
sufrido sus miembros a manos de nuestra sociedad. Pienso que el ser
humano se equivoca y con pedir perdón hay que ser más benevolente
con los demás, incluido el Rey y su familia, castigando aquellos
hechos que sean punibles.
Yo, desde mi modesta
opinión, quiero y deseo que el Príncipe Felipe, lleve a buen puerto
a la institución más significativa e importante que la Constitución
contempla, conduciendo con vehemencia, sabiduría y acierto las
fuertes tensiones que nuestra querida España atraviesa y atravesará
en los próximos años, procedentes de los enemigos (internos) que
están aflorando, fruto de la frustración social y del pensamiento
único.
Desde aquí mis
felicitaciones a D. Juan Carlos, por un trabajo bien hecho y el ánimo
constante a D. Felipe por la labor que va a realizar en pro de los
españoles.
Toda mi vida democrática
he sido monárquico y 'Juancarlista' , y ahora me convertiré por el
mismo hecho en 'Felipista' .