miércoles, 10 de septiembre de 2014

Fenómenos televisivos

A veces miro con preocupación cómo se han ido sucediendo las cosas políticas en nuestro país, con la llegada a la escena política de personas de ambos sexos que no tienen ningún tipo de limitación a la hora de expresarse públicamente. Les da igual ocho que ochenta. Dicen lo que piensan en ese momento, lleven razón o no, y no se encomiendan ni a Dios ni al diablo. Lo sueltan y se quedan tan a gusto.
Este fenómeno ya se viene produciendo tanto en radio como en televisión, lo que ocurre es que en televisión es más mediático y como dice el refrán: 'más vale una imagen que mil palabras' , los contertulios tienen que ganarse a pulmón las pelas que les entregan cada noche, dando y ofreciendo espectáculo a los cientos de miles o millones de espectadores que cada noche, como un ritual sangriento, asisten gustosos, hamburguesa en una mano y una cerveza en la otra, a ver a quien le dan leña la noche de marras.

Los programas nocturnos en las distintas televisiones, tanto de derechas como se izquierdas se han convertido en eso, en un puro espectáculo, salvo excepciones en momentos determinados. Pero en una espectáculo de mala educación y mal gusto, cuando los contertulios se pisan los unos a los otros, gritando cada uno más fuerte, de manera que elevando la voz sobre el volumen normal se suba sobre la del contrario. Qué efecto produce en el espectador, pues el contrario al que se pretende, que en multitud de veces ni nos enteramos de lo que están diciendo ambos. En el fondo pienso que estas televisiones lo que pretenden no ya el fomento de una ideología concreta, sino ganar audiencia y anuncios que den buenos réditos a la emisora. Para ello utilizan programas de chichinabo que lo único que hacen es alimentar un morbo de mal gusto. 

Por otra parte, también en esas noches política nos encontramos y cada vez más, los clásicos agitadores de pensamiento único que son personas que solo miran en una dirección concreta, sin categoría para ver que el mundo está compuesto de diversas maneras de contemplarlo, pero que queda muy mono y oportuno mirar solo en una dirección. Se dedican a insultar de manera muy apropiada y sibilinamente, sin que el de enfrente pueda contestar de manera adecuada, aunque a veces el guante es recogido por el contrario y se monta un espectáculo dialéctico digno de una pelea de gallos o gallinas. 

En definitiva, que en los últimos años han llegado a los sets televisivos una serie de desaprensivos, periodistas con el prefijo pseudo- , por delante, que han hecho de la desinformación, la mala educación y el mal gusto su profesión, potenciados por las propias televisiones como profetas de ideologías de pensamiento único y radicalizados en su manera de actuar y de pensar. Dios nos libre de ellos, aunque lo veo bastante difícil.



Foto.- Iglesia de la pedanía de Las Norias, el 1 de febrero de 1999.