martes, 25 de junio de 2013

El Dorado

Una de las cosas que más me gusta de este mundo es escuchar u oír la radio. La radio en casa, en la ducha, al acostarme y levantarme, cuando escribo (como telón de fondo) , y especialmente cuando viajo en coche. Oír las noticias y vicisitudes sociales o políticas de las regiones o localidades por las que, de vez en cuando suelo pasar, me encanta. Para mí, la radio ha sido un elemento decisivo en mi vida personal. 


Hace unos días, me desplacé, en coche, por supuesto, hasta una localidad cercana, y escuché por las ondas a uno de mis cantantes preferidos, Carlos Goñi, más conocido en el mundo musical como ‘Revólver’, cantar una canción perteneciente a su extenso poemario-musical que se titula ‘El Dorado’. No solo oía de fondo la propia música de la canción, sino que escuchaba y seguía la letra de la misma (como he hecho otras muchas veces). La letra era el reflejo de su propia vida familiar y contaba cómo su padre y su madre se mataban a trabajar con el objetivo de conseguir lo que la mayoría de los padres, o casi todos los padres, quieren para sus hijos y para ellos mismos, una vida mejor y un futuro exento de problemas. O sea, ese quimérico El Dorado. Al final de la canción, el autor nos decía que todo ese empeño puesto por sus padres en conseguir ese hipotético El Dorado había sido eso, una  ilusoria quimera estrellada contra la realidad.
Cuando me pongo a pensar sobre el fondo de la cuestión, veo un parangón con lo que nos ha ocurrido en nuestro país desde hace varios años: vivir por encima de nuestras posibilidades y creyéndonos dioses podríamos sobrepasar cualquier límite de los cuatro puntos cardinales que se pusiera ante nosotros. Al final, derrumbe total de esa quimera que perseguíamos de un mundo feliz y sin problemas, y que nos hizo volver a la realidad más dura de las cosas, con las consecuencias por todos conocidas. El Dorado no existe, solo para cuatro, y somos nosotros mismos los que nos fabricamos nuestro propio El Dorado, con los elementos que tenemos alrededor y los que nos aportan nuestros seres queridos.  


Foto: Diego M. Goméz Rosell, bibliotecario, quien lleva al frente de la Biblioteca huercalense un buen montón de años. Él ha sido el artifice de haber colocado a esta biblioteca como una de las primeras de la provincia.