La celebración de esta actividad
me ha hecho reflexionar sobre un tema que, aunque no sea de interés municipal
ni político, me apetece hablar sobre él: ‘los abuelos’. Los abuelos son como
nuestros padres pero a lo guay porque nos compran y nos dan los caprichitos que
queremos y además no nos regañan. Pero los abuelos son mucho más, sobre todo
hoy en día donde las parejas trabajan los dos y los abuelos se hacen cargo de
los nietos. Los recogen del colegio, están todo el día con ellos, los llevan al
parque, de paseo, pero además lo hacen desinteresadamente. La verdad es que son
una verdadera salvación para muchos padres. Pero además nos enseñan historia,
cómo eran las cosas antes y nos intentan inculcar valores. Aunque no comparten
muchas de las cosas que hacemos, ni como las hacemos, pocas veces tendrán una
palabra fea para nosotros, sonreirán y nos mirarán y aunque no estén de acuerdo,
nos dirán que le parece muy bien.
Deberíamos de aprender a
valorarlos más, porque ellos todo lo que hacen hacía nosotros lo hacen con cariño
y sin querer hacernos daño.
Yo he tenido mucha suerte con mis
abuelos, con los cuatro, aunque ahora ya solo me queden dos. De mi Papajuan y
mi Mamapaca tengo muy buenos recuerdos. Todo el mundo sabe que mi abuelo fue
maestro, como mi padre, y me llena de
satisfacción cuando alguien me habla de él, porque por norma general, siempre
son palabras bonitas y de respeto. Entre las cosas que más recuerdo de ellos
son cuando íbamos por las tardes a verlos y mi abuelo siempre nos daba una
monedilla, no era el hecho de que nos diera una moneda, sino de los juegos que
nos hacía para dárnosla. Mi hermana y yo siempre nos reíamos mucho. De mi
abuela sin duda nunca podremos olvidar su asado de pollo, el mejor que hemos
probado nunca, todavía tengo la imagen grabada de sus rustidera y de vez en
cuando me viene hasta el olor y ese crujiente tan especial que siempre
conseguía con sus patatas.
Por suerte todavía me quedan
otros dos abuelos: mi Mamabuela y mi Papabuelo, los padres de mi madre. Gracias
a mi abuelo podemos decir que vemos la tele en la provincia, ya que él tuvo
mucho que ver en que se instalaran las antenas en la sierra para poder verla.
Es una fuente inagotable de actividad, y eso que tiene 83 años, pero no para,
no he visto manera más fuerte de aferrarse a la vida. Mi Mamabuela también
tiene su plato estrella, el arroz con leche, con su canela, su corteza de limón y ese sabor y toque especial que nadie sabe darle
y que siempre que vamos nos prepara. Me encanta recordar cuando éramos pequeñas y
nos íbamos a Antas, en las noches ya de primavera o verano y sacábamos las
sillas a la calle, con la yaya y las titas, y todos hablaban y se reían, con el
fresco y el sonido de la noche. Muchas veces creo que si cierro los ojos puedo
volver a sentir esa sensación.
Este post va dedicado a todos los
abuelos pero sobre todo a los míos, que para mí, han sido, son y serán los
mejores.
Foto. Miembros del Grupo Batarro junto a Pepe Bernal en la inauguración de una exposición.